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Riesgo y prevención del cáncer de mama

No hay un método para prevenir el cáncer de mama de manera absoluta, pero sí hay medidas que usted puede tomar que podrían disminuir su riesgo, tal como cambiar los factores de riesgo que estén bajo su control.


Factores de riesgo

Un factor de riesgo es todo aquello que aumenta sus probabilidades de padecer una enfermedad, como el cáncer. No obstante, si se tiene uno, o hasta muchos factores de riesgo, esto no significa que seguramente se padecerá la enfermedad. Aunque no puede cambiar algunos factores de riesgo para el cáncer de mama (por ejemplo, el antecedente familiar y la edad), hay factores de riesgo que usted puede controlar.

Factores de riesgo del cáncer de mama relacionados con el estilo de vida:

Ciertos factores de riesgo del cáncer de mama están relacionados con conductas personales, tales como la alimentación y el ejercicio. Otros factores de riesgo relacionados con el estilo de vida incluyen decisiones acerca de tener hijos y tomar medicinas que contienen hormonas.

 

  • Consumo de bebidas alcohólicas:

El consumo de bebidas con alcohol está claramente relacionado con un aumento en el riesgo de padecer cáncer de mama. El riesgo aumenta con la cantidad de alcohol consumido. En comparación con las mujeres que no beben alcohol, aquellas que toman 1 bebida alcohólica al día tienen un pequeño aumento (alrededor del 7% al 10%) en el riesgo, mientras que las mujeres que beben de 2 a 3 tragos al día tienen aproximadamente un 20% más de riesgo que las que no beben alcohol. El consumo de alcohol está también asociado con un mayor riesgo de otros tipos de cáncer.

 

  • Sobrepeso u obesidad:

El sobrepeso o la obesidad después de la menopausia aumentan el riesgo de cáncer de mama. Antes de la menopausia, sus ovarios producen la mayor cantidad de estrógeno, y el tejido adiposo produce solamente una pequeña parte de la cantidad total. Después de la menopausia (cuando los ovarios dejan de producir estrógeno), la mayor parte del estrógeno de una mujer proviene del tejido adiposo. Un exceso de tejido adiposo después de la menopausia puede elevar los niveles de estrógeno y aumenta su probabilidad de padecer cáncer de mama. Además, las mujeres que tienen sobrepeso tienden a presentar niveles de insulina en la sangre más elevados. Los niveles de insulina más elevados están relacionados con algunos tipos de cánceres, incluyendo el cáncer de mama.

Sin embargo, la relación entre el peso y el riesgo de cáncer de mama es compleja.

Por ejemplo, el riesgo de cáncer de mama después de la menopausia es mayor para las mujeres que aumentaron de peso como adultas, pero el riesgo antes de la menopausia es en realidad menor en las mujeres obesas. Las razones de esto no están muy claras.

Además, el peso podría tener diferentes efectos en distintos tipos de cáncer de mama. Por ejemplo, tener sobrepeso después de la menopausia está más fuertemente relacionado con un mayor riesgo de cáncer de mama con receptores de hormonas positivos, mientras que algunas investigaciones sugieren que tener sobrepeso antes de la menopausia podría aumentar el riesgo de padecer el tipo menos común, el cáncer de seno triple negativo.

La Sociedad Americana Contra El Cáncer recomienda mantener un peso saludable durante el transcurso de la vida y evitar el aumento excesivo de peso mediante el balance del consumo de alimentos con la actividad física.

 

  • Inactividad física:

La evidencia que vincula la actividad física con la reducción en el riesgo de cáncer de mama, especialmente en las mujeres que han pasado por la menopausia, está aumentando. La cuestión principal que se plantea es determinar cuánta actividad es necesaria. Algunos estudios han encontrado que incluso solo un par de horas a la semana podría ser beneficioso, aunque más actividad parece ser mejor.

No está claro cómo exactamente la actividad física podría reducir el riesgo de cáncer de mama, pero puede deberse a sus efectos sobre el peso corporal, la inflamación, las hormonas y el balance energético.

La Sociedad Americana Contra El Cáncer recomienda que los adultos tengan de 150 a 300 minutos de actividad física de intensidad moderada o de 75 a 150 minutos de intensidad vigorosa por semana (o cualquier combinación de ambas que resulte equivalente). Lograr o sobrepasar el límite superior de los 300 minutos semanales sería lo ideal.

 

  • Mujeres que no han tenido hijos:

Las mujeres que no han tenido hijos o aquellas que tuvieron su primer hijo después de los 30 años tienen en general un riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de mama. Los embarazos múltiples y quedar embarazada a una edad temprana reducen el riesgo del cáncer de mama.

Sin embargo, el efecto del embarazo en el riesgo de cáncer de mama es compleja. Por ejemplo, el riesgo de cáncer de mama es mayor durante aproximadamente la primera década después de tener un hijo, particularmente para cáncer de mama con receptores de hormonas negativos  (incluyendo el tipo menos común, el cáncer de seno triple negativo). El riesgo luego se reduce con el pasar del tiempo.

 

  • No dar de lactar a sus bebés:

La mayoría de los estudios sugieren que la lactancia podría disminuir ligeramente el riesgo de cáncer de mama, especialmente si se prolonga por 1 año o más. Pero esto ha sido algo muy difícil de estudiar, especialmente en lugares como los Estados Unidos, donde la lactancia por un periodo tan prolongado como este no es común.

La explicación para este posible efecto puede ser que la lactancia reduce el número total de ciclos menstruales en la vida de una mujer (al igual que comenzar los periodos menstruales a una edad mayor o experimentar la menopausia temprano).

 

  • Control de la natalidad:

Algunos métodos de control de la natalidad utilizan hormonas, lo que podría aumentar el riesgo de cáncer de mama.

Píldoras anticonceptivas: la mayoría de los estudios han descubierto que las mujeres que usan anticonceptivos orales tienen un riesgo ligeramente mayor de tener cáncer de mama que aquellas mujeres que nunca los han usado. Una vez que se suspenden las pastillas, este riesgo parece regresar a la normalidad en un plazo de 10 años.

Inyección anticonceptiva: la Depo-Provera es una forma inyectable de progesterona que se administra una vez cada 3 meses para la regulación de la natalidad. Algunos estudios han revelado que las mujeres que actualmente usan inyecciones para la regulación de la natalidad parecen tener un aumento en el riesgo de cáncer de mama, pero otros estudios no han encontrado un mayor riesgo.

Implantes, dispositivos intrauterinos, parches cutáneos, anillos vaginales para la regulación de la natalidad: estos métodos para la regulación de la natalidad también utilizan hormonas, lo que en teoría podrían impulsar el crecimiento del cáncer de mama. Algunos estudios han demostrado un vínculo entre el uso de dispositivos intrauterinos que liberan hormonas y el riesgo de cáncer de mama, pero pocos estudios han evaluado el uso de implantes, parches cutáneos y anillos vaginales con el riesgo de cáncer de mama.

 

  • Terapia hormonal después de la menopausia:

La terapia hormonal con estrógeno (a menudo combinada con progesterona) ha sido usada por muchos años para ayudar a aliviar los síntomas de la menopausia y para ayudar a prevenir la osteoporosis (adelgazamiento de los huesos). Este tratamiento es conocido con distintos nombres como terapia hormonal postmenopáusica (PHT), terapia de restitución hormonal (HRT) y terapia hormonal en la menopausia (MHT).

Hay dos tipos principales de terapia hormonal. Para las mujeres que siguen teniendo el útero (matriz), los doctores generalmente recetan estrógeno y progesterona (conocida como terapia hormonal combinada). La progesterona es necesaria ya que el estrógeno solo puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de útero. Por otro lado, se puede usar solo estrógeno en las mujeres que han sido sometidas a una histerectomía (mujeres que ya no tienen útero). A esto se le conoce como terapia de restitución de estrógeno (ERT) o simplemente terapia de estrógeno (ET).

Terapia hormonal combinada (HT): el uso de terapia hormonal combinada después de la menopausia aumenta el riesgo de padecer cáncer de mama. Este aumento en el riesgo se observa generalmente después de alrededor de 4 años de uso. La terapia hormonal combinada también aumenta la probabilidad de que el cáncer sea detectado en una etapa más avanzada.

El aumento en el riesgo debido a la terapia hormonal combinada parece aplicarse principalmente a las usuarias actuales y recientes. Al parecer, el riesgo de una mujer de padecer cáncer de mama baja de nuevo en un plazo de 5 años de haber suspendido el tratamiento.

Terapia hormonal bioidéntica: el término bioidéntica a veces se usa para describir versiones de estrógeno y progesterona con la misma estructura química que las encontradas de forma natural en las personas (contrario a las versiones ligeramente diferentes encontradas en la mayoría de las medicinas). El uso de estas hormonas ha sido promocionado en el mercado como una manera segura de tratar los síntomas de la menopausia. Pero debido a que no hay muchos estudios que comparen las hormonas “bioidénticas” o “naturales” con las versiones sintéticas, no existe evidencia de que sean más seguras o eficaces. Se necesitan más estudios para saberlo con certeza. Mientras tanto, se debe considerar que el uso de estas hormonas bioidénticas tiene los mismos riesgos a la salud que cualquier otro tipo de terapia hormonal.

Terapia de estrógeno (ET): los  resultados de los estudios sobre el uso de estrógeno solo después de la menopausia han sido ambivalentes, ya que algunos revelan un riesgo ligeramente mayor y algunos no encuentran aumento de riesgo. Si la terapia de estrógeno aumenta el riesgo de cáncer de mama, no es en mucho.

Actualmente no existen muchas razones contundentes para usar la terapia hormonal posmenopáusica (ya sea HT combinada o ET) que no sea tal vez para el alivio de los síntomas de la menopausia por un corto periodo de tiempo. Además de aumentar el riesgo de cáncer de mama, la terapia hormonal combinada parece aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca, coágulos sanguíneos y accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales). Esta terapia reduce el riesgo de cáncer colorrectal y osteoporosis, pero estos beneficios y los posibles daños deben sopesarse, especialmente debido a que existen otras maneras de prevenir y tratar la osteoporosis, y las pruebas de detección a veces pueden prevenir el cáncer de colon. La terapia de estrógeno no parece aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama, pero aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular.

La decisión de usar la terapia hormonal debe tomarla la mujer y su médico después de analizar los posibles riesgos y beneficios (incluyendo la gravedad de los síntomas de la menopausia), y considerar los otros factores de riesgo de enfermedad cardiaca, cáncer de mama y osteoporosis. Si deciden emplear la terapia hormonal como tratamiento de los síntomas menopáusicos, por lo general es mejor usar la menor dosis posible y por el tiempo más breve que sea eficaz para ella.

 

  • Implantes de seno:

Los implantes mamarios no se han relacionado con un mayor riesgo de los tipos más comunes de cáncer de mama. Sin embargo, se han relacionado con un tipo i

nfrecuente de linfoma no Hodgkin llamado linfoma anaplásico de células grandes asociado a implante de seno (BIA-ALCL), que se puede formar en el tejido cicatricial alrededor del implante. Este linfoma parece ocurrir más a menudo en los implantes con superficies ásperas que en los que tienen superficies lisas (suaves). Si el BIA-ALCL ocurre después de un implante, puede aparecer como un bulto o protuberancia, una acumulación de líquido, hinchazón o dolor cerca del implante, o como un cambio en el tamaño o la forma del seno.

 

Fuente: Sociedad Americana Contra el Cáncer

 

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